huellas / umbrales
2013
Como el reverso del efecto
mariposa
Gabriel García Márquez
contaba la historia de una lectora de Cien
años de soledad que había decidido transcribir la novela íntegramente, como
un modo de entenderla. Algo de eso puede considerarse hoy, en que la producción
de imágenes encuentra vías más rápidas y eficientes, como característico del
acto de pintar. Pintar no es ya solo una forma de producir imágenes, sino una
apuesta por dotar a la imagen que se produce de un propósito parecido al de esa
lectora de Cien años de soledad.
Implica una laboriosa reflexión sobre la imagen que se produce y, por ello,
además de la imagen resultante y de aquello que esta pueda representar, entraña
una dimensión de profundidad. Liberada de las convenciones que rigieron al
género durante siglos, la pintura en esta época no busca ya temas dignos de ser
tratados, sino que dignifica y eleva a nuestra consideración aquello que
pasamos por alto.
Este carácter de la
pintura es importante para entender en su correcta dimensión el trabajo de
Ivana Ferrer. Los cuadros de esta serie, por ejemplo, presentan servilletas
manchadas de café. Una nimiedad, si se quiere, pero el solo hecho de que Ivana
se dé el trabajo de pintarlas nos obliga a ver más allá.
Como en trabajos
anteriores, Ivana centra su atención en detalles de lo cotidiano, de
preferencia aquellos vinculados con el universo de la cocina y la comida, para
ver qué se esconde tras ellos. Recopiladas durante meses, las servilletas que
sirvieron de modelos para estos cuadros son, quizá, la última huella de
vivencias que ya no hay modo de recuperar. En la antigüedad, los poetas
cultivaban el tópico del ubi sunt
(literalmente “¿dónde están?”), un modo de poner en evidencia lo pasajero de
los bienes y logros terrenales, una vez que se traspasaba el umbral de la
muerte. Hoy, en que la dimensión moral está cada vez más disociada del tránsito
al más allá, ese mismo tópico perdura, pero transformado. Es ahora la simple y
terrible constatación de lo que el tiempo nos roba, un ejercicio de nostalgia
y, acaso, una puesta en escena de los vanos intentos de la memoria por asir lo
pasajero.
¿A dónde van los momentos
vividos? Esta pregunta se hace más acuciante cuando se trata de lo pequeño, de
lo que pasa inadvertido en el fluir de la cotidianeidad. Y es eso lo que
encontramos tematizado en esta serie de Ivana Ferrer. A partir de esas huellas
casi insignificantes y tan poco elocuentes, Ivana nos pone frente a frente con
la pregunta. Y, tal como en su muestra anterior, pone en escena el juego de los
indicios y de la memoria que intenta reconstruir una situación vital a partir
de ellos.
Una de las acepciones de umbral que consigna el Diccionario de la
Real Academia Española es la de valor mínimo de una magnitud a partir
del cual se produce un efecto determinado.
Así, estas huellas de café devienen en
umbrales para la interpretación. Van preñadas de la carga suficiente de significación
como para poner en juego la memoria y la nostalgia. Y hacer que nos preguntemos
por aquello que en el día a día perdemos.
En su célebre prólogo a la
edición de Wilhelm del I Ching, Carl
Gustav Jung acuña el concepto de sincronicidad para explicar a los lectores
occidentales la lógica tras la conexión entre el método adivinatorio y la
circunstancia que intentamos dilucidar. La sincronicidad considera que la coincidencia de los
hechos en el espacio y en el tiempo significa algo más que el mero azar, dice
Jung. Y añade: Se da por supuesto que la
situación constituye una figura legible o comprensible. Algo similar
podríamos decir de estos indicios que recoge, atesora y pinta Ivana Ferrer:
servilletas dobladas en cuatro y manchadas de café que, al ser desdobladas,
cual láminas de Rorschach, activan la recuperación de lo profundamente
enraizado en nuestra psique.
El proverbio chino el aleteo de las alas de una mariposa se puede
sentir al otro lado del mundo, ha servido para
nombrar uno de los efectos que caracterizan la teoría del caos. De acuerdo con
él, un hecho al parecer insignificante e inconexo genera complejas
consecuencias. Como el reverso del efecto mariposa, el trabajo de Ivana
nos confronta con las pequeñas consecuencias, las únicas que sobreviven al
tiempo, de complejos procesos vivenciales. Y nos lanza a la búsqueda del tiempo
perdido.
Carlo Trivelli